UN DÍA EN LA VIDA DE
RAMIRO VEGA
EN EL MERCADO DE MUEBLES DE SAN ROQUE
Ramiro
Vega, aparentemente parece un niño de 10
años. Él en realidad tiene 13. Es un muchacho tímido y callado, que no le gusta que le tomen fotos... y que al igual
que su padre trabaja como cargador de muebles. Su ilusión parecería ser el celular que
lleva en sus manos y el cual lo observa a cada instante.
Con
recelo, recuerda que empezó vendiendo caramelos en el mercado, pero cuando
cumplió los 12 empezó a cargar muebles. Ramiro terminó la escuela y aunque
todavía no piensa en continuar los estudios, sí le gustaría dejar ese trabajo.
Como los demás estibadores, cobra $1,00 dólar por viaje.
Ramiro
logra reunir aproximadamente 10 dólares por día, en nueve horas que pasa en el
mercado junto a su padre. Mientras juega con su celular, se apoya sobre la
gruta del Jesús del Gran Poder y con una frialdad en sus ojos y en sus labios,
asegura que: "cargar muebles es
fácil y solamente es cuestión de práctica". Como si el destino del pobre casi
siempre se heredara...
Luego ríe
junto a Ernesto Cazco, un lustrabotas de 45 años que al escuchar la
conversación de Ramiro, viene a su memoria, que cuando el niño empezó a cargar muebles, le costaba subir las
cosas hasta sus hombros, por lo que sólo ayudaba a su padre llevando veladores,
bancos y otros objetos menos pesados que anaqueles y armarios.
"Bien que pujabas, recuerdas.
Sudabas, era bien enclenque"-dijo Ernesto, mientras en voz baja comenta
que él también empezó como cargador en el mercado. Con nostalgia comenta que
los dolores son la principal causa para abandonar el oficio. Empezar como
cargador desde niño, puede traer consecuencias graves para la salud en el
futuro. A pesar de las consecuencias, Ernesto y muchos de los cargadores
admiran a los ancianos que trabajan en el mercado.
Cerca de las 11:30 llega una señora que
le pide a Ramiro que le ayude con una vitrina de casi dos metros de largo. Sin
embargo, pareciese que la confianza en un niño viene a ser un problema para
Ramiro. "Que difícil encontrar un cargador a esta hora no", pregunta
la mujer, mientras camina junto a Ramiro hasta el local donde adquirió su nuevo
mueble. "Antes me dijeron que usted me podía ayudar. ¡Bendito sea
Dios!" ¿Es usted cargador, no?- pregunta la señora algo sorprendida, pues
el sacrificio del oficio hace pensar en la posibilidad de no encontrar niños
trabajando de estibadores.
Hacia la salida del Mercado de muebles, el padre de Ramiro carga un armario sobre su espalda. Foto: Oscar Flores.
A pesar que no es un mueble demasiado
grande, se vuelve un poco más pesado y requiere más cuidado por la abundancia
de vidrios que posee. Ramiro acelera su paso y sopla constantemente hasta
llegar a una de las camionetas, ubicada en la calle Loja...
Desde las 08:00 hasta las 17:00,
trabaja Ramiro. Aproximadamente 10
viajes realiza, desde el Mercado hasta la calle Loja, por lo general. Luego de
su jornada de trabajo regresa caminando a su casa, ubicada en la Loma Grande,
cerca de la Plaza de Santo Domingo.
"Siempre de noche me sabe doler la
espalda y el hombro derecho, pero mi papá dice que ya mismo me he de
acostumbrar"-asegura Ramiro con seguridad y confianza en las palabras de
su progenitor.
¿Tienes hermanos?- pregunté por curiosidad.
"Sí, un hermano de 12 años"-
contestó Ramiro.
¿Y a qué se dedica tu hermano?- interpelé esperando su respuesta. Mas
Ramiro, con una sonrisa y un suspiro leve, respondió:
"Él empezó desde los 11..."
A pesar que no es un mueble demasiado grande, se vuelve un poco más pesado y requiere más cuidado por la abundancia de vidrios que posee. Ramiro acelera su paso y sopla constantemente hasta llegar a una de las camionetas, ubicada en la calle Loja...
"Él empezó desde los 11..."
Con el contrate que se le dio mejoro la imagen del blog, por lo demás el contenido es procedente
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